lunes, 29 de diciembre de 2014

Un nuevo comienzo




    Se acercaba la última noche del año y aún no tenía decidido que iba a hacer. Los planes que le habían propuesto no le entusiasmaban demasiado, unos le parecían aburridos y otros... otros simplemente, ni siquiera eran de su agrado. No es que tuviera que ir a ninguna parte en concreto para estar bien, no se trataba de eso, pero ya era como una tradición,  todo el mundo se preparaba, vestían sus mejores galas y se adornaban para despedir el año.
     Que ganas tenía de acabar ese año... estaba siendo como una pesadila, una broma de mal gusto. Nada había salido bien. Sumergida como tantos otros en la crisis que envolvía a todo el planeta, las cosas habían ido de mal en peor. Quería que se acabara y pensaba en el momento en que dieran las doce campanadas para poner un punto y aparte. Y para más inri, estaba sola.
     Miraba a su alrededor y no veía más que a parejitas haciéndose mimos, si se le ocurría ir al cine a ver una película de estreno, allí estaban, más acaramelados que nunca. Era empalagoso ver tanto cariño, tanta caricia flotando en el aire y tanto beso pululando por cada rincón de su cotidianidad.
     Suspiraba y dejaba vagar sus pensamientos... Algún día encontraría ella a alguien, a su complementario, al hombre que la acompañase por cada uno de los recorridos de su solitaria vida. ¿Lo encontraría? Desechó ese pensamiento y se puso una copa de vino. Era mejor saborear aquel elixir rojo, deleitarse el paladar con su sabor y no dejarse llevar por ensoñaciones.
     Seguro que igual que ella, millones de personas estarían decidiendo que hacer, otras muchas seguro que ni siquiera tendrían la opción de elegir, y eso si que era verdaderamente triste. Entonces fue cuando se le ocurrió que si existiera una forma de contactar con todas y cada una de ellas, podrían reunirse en un lugar, un lugar para las almas solas, un lugar donde nadie se sintiese extraño.
     Tomó otro sorbo de vino y sonrió. Sin saber por qué, se fue animando por momentos. Ya sabía que iba a hacer.
     Era el día 31 de Diciembre y faltaban 5 minutos para escuchar las campanadas que darían paso al nuevo año. Estaba de pie, en una enorme plaza, en un lugar espacioso y en un paisaje nada habitual en su día a día. Estaba rodeada de desconocidos y sin embargo, se encontraba tan cómoda... Empezaron a sonar las campanadas, 1, 2, 3.... cuando se oyó la última, cuando se comió la última uva, se sintió renacer, se besó con un montón de gente, felicito el año que ya estaba rozándolos y respiró profundamente.
     Lo había hecho, se había armado de valor y sola, había viajado a un lugar nuevo, y se había atrevido a comenzar sintiéndose ella misma y haciendo justo aquello que le había apetecido hacer.

     "Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo". Mahatma Gandhi

viernes, 19 de diciembre de 2014

Bienvenida Navidad




   Hoy, mientras colocaba los adornos de navidad, mientras me afanaba en abrir cajas perfectamente etiquetadas y desliar todos los abalorios envueltos en papel de periódico que el año pasado tan pacientemente tuve que guardar, he sido consciente de que la Navidad entró por la ventana de mi casa como una ráfaga de viento suave y dulce.
     Una rutina que año tras año hacemos con una ilusión desmesurada, un mirar y remirar si los adornos del árbol han quedado perfectamente situados y equilibrados, una vela aquí, un centro de mesa dispuesto, unas luces que nos transportan y nos hacen soñar con la llegada de Papa Noel y de los Reyes Magos, un sin fin de adornos que coronan la casa y le hacen tener un ambiente cálido y festivo y por último, y no por ello menos importante, el Nacimiento....
     Yo soy de las que cada Diciembre y por encima de todo he montado el Portal de Belén, unas veces más pequeñito por la falta de espacio, y otras, con todos los detalles posibles. Es lo que más llena mi corazón. Mientras lo hago, mi mente vuela y me imagino como sería haber vivido esa época. Coloco los pastorcillos cerca de un pozo de agua, para que sus rebaños puedan saciar su sed y descansar al amparo de la sombre de una palmera. El cobertizo del herrero, donde la forja ruge al compás del martillo y se moldea el hierro incandescente, las lavanderas junto al río, atizando la ropa y envolviéndola en perfume de romero, entonando cánticos mientras la arrullan en el agua con sus manos silenciosas. Por el puente, caminan transeúntes y campesinos portando sus alforjas y sus cántaras de vino.
     El pesebre, donde María dio a luz, ocupa un lugar principal y desde ahí, todo el paisaje se dibuja a su alrededor, todo lo que acontece queda envuelto por el nacimiento del Niño.
     Me quedo embelesada mirando y tratando de adivinar que se dirían unos a otros, que comentarían entre ellos, que les motivaría a acudir todos a rendir tributo a ese Niño que había nacido. Festejarían, compartirían lo poco o mucho que tuvieran y entregarían presentes.
     Y entonces me rodea ese espíritu, el de esa gente, el espíritu de la Navidad y me susurra al oído : Lo ves? Durante siglos, la gente ha festejado la Navidad y a veces no han percibido que cuando adornamos nuestras casas, cuando compramos viandas y nos vestimos con nuestras mejores galas es para compartirlo con los demás. Siempre llena de gozo recibir a los amigos, a la familia e incluso a personas que ni siquiera conocéis. Igual pasó hace siglos y desde ese día, los seres humanos han continuado entregando lo mejor de si mismos en estas fechas.
     Por un momento mi corazón calla y ensimismada en mis pensamientos, me oigo decir: Ojalá la Navidad durase todo el año, y esta generosidad fuese perpetua. Pero mientras el mundo no cambie, mientras no tomemos conciencia de que nos tenemos unos a otros, al menos, nos quedará el aliento y la esperanza de que llegue Diciembre y podamos volver a desempolvar todo lo que significa celebrar esta gran fiesta.


    ¡ Feliz Navidad para todos, que la alegría, la generosidad y la bondad llene vuestros corazones!
    

sábado, 13 de diciembre de 2014

Soneto a Jordi Luna






Una tarde, mientras merodeaba
entre varios poemas y relatos
hallé un escrito que me llamaba
a calzarme con "Luna" sus zapatos.

Un alma dulce que iluminaba
la andadura de mis pies cansados, 
con damas blancas, el agua manaba,
con la niebla que nos dejó cegados.

Y en tarrito de cristal lo guardo,
no quiero perturbar su esencia
que con tanto ahínco salvaguardo,

Con mucho cariño y complacencia, 
este soneto, para un Gallardo
que viste ropajes de inocencia.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Epitafio





Era solo una niña...

Padeciendo el dolor
de la sangre carente, 
engendrando el amor
en su pálida frente.

Era solo una niña,
conociendo la muerte.




*En memoria de una amiga de la infancia y de tantos niños que mueren de leucemia

lunes, 1 de diciembre de 2014

Como Lázaro...





Anduve por tus callejas angostas
custodiadas por faroles prendidos
y pagué el peaje y las costas,
de los besos que quedaron perdidos,
y me calcé la huella de tus pasos
cual caminante, torturados, lasos.

Y contemplé nuestro claro de luna
destellando intenso en tus ojos,
no era cristiana, era moruna,
como el origen de tus antojos,
los que me turbaron cautivándome,
hechizándome... enamorándome.

Respiré tus delicados aromas
me impregné de tu dulce esencia,
en mi pecho, anidaron palomas
alimentadas con tu indulgencia,
con tu candidez, tu sonrisa franca,
tu bello rostro y tu alma blanca.

Y te amé,  como jamás lo hice
a corazón abierto, desnudado,
expuesto, la envidia me maldice
me condena a vivir desterrado
alejado de mi siempre amada
acechándote en la madrugada.

Muerto estoy, aunque aún vivo,
pues ni quiero, ni puedo vivir sin ti
pido a Dios, que obvie el castigo
que por quererte, me tocó y viví,
me otorgue su Gracia para sentir
y como Lázaro pueda..., resurgir.